Por Javiera
Silva Abalos desde Brasil
Una ciudad histórica
que preservó, casi totalmente, su trazado arquitectónico original, una
representación viva del esplendor del ciclo del oro, eso es Ouro Preto, donde
ya existió una de las principales reservas de oro y diamantes del mundo. Esto
permitió que, a mediados del siglo XVIII, el auge del oro manifestara verdaderos
monumentos coloniales e iglesias barrocas con altos campanarios, además de
puentes y calles de paralelepípedos de granito, estrechas y zigzagueantes.
Construcciones hechas por manos esclavas y reflejo de la abundancia de
minerales preciosos.
Fue en
aquella época que Ouro Preto se consolidó como la capital del Circuito do Ouro o Estrada Real, caminos que conectaron, principalmente, Diamantina
(norte de MG), Ouro Preto y Parati (litoral sur de RJ), además de otros
poblados secundarios, para el traslado e intercambio de los minerales. Por aquí
pasaba el oro y las piedras preciosas como diamantes, topacios (azul e imperial,
este último sólo existe aquí), granates, turmalinas, agua marina y esmeraldas,
minerales que aún son extraídos en la región.
En Minas
Gerais, hicieron empeño en resguardar las monumentales construcciones barrocas
de las ciudades históricas que constituyeron el Circuito do Ouro. Sobre todo, Ouro Preto, por ser la capital de
Minas Gerais hasta 1897 y por contar con maestros del arte y la arquitectura
barroca que diseñaron la ciudad.
Así, en la
actualidad, pueden apreciarse verdaderos monumentos de arte como la Iglesia Nossa Senhora do Rosário, magnífica en
su diseño y arquitectura, la mayor representación de la gran devoción del
pueblo esclavo, quienes escondieron sus creencias en orixás y fuerzas de la naturaleza debajo del manto de los santos
católicos, construyendo este y otros símbolos de su fe. Y la Iglesia de São Francisco de Assis, construida para
la corona, esculpida y decorada por el consagrado maestro del arte sacra Antônio
Francisco Lisboa, popularmente conocido como Aleijadinho, quien realizó el mayor aporte de producciones barrocas
en Brasil. La iglesia, chapada en oro por dentro, posee esculturas de santos,
óleos e vitrales, suntuoso reflejo de la abundancia de riquezas de la época, que
actualmente se ubica al frente del anfiteatro que reúne a los artesanos de la
piedra sabão (jabón en español),
quienes hacen piezas de cocina, de ajedrez, cajitas, relojes y otros objetos
esculpidos.
(Igreja Nossa Senhora do Rosario)
Divinidad
en el arte, junto a una historia de revolución, transmiten estas frías y altas
paredes de Ouro Preto. Uno de los mayores movimientos de liberación del pueblo
minero. Surgieron poetas, intelectuales, dueños de minas, que se rebelaron
contra el dominio y la injusticia del imperio portugués, a causa de los altos
impuestos, arbitrariedad e violencia. La llamada Inconfidencia Mineira fue desmantelada y sus integrantes juzgados
por la corona en 1789. Tiradentes, quien se declaró jefe del movimiento, fue
llevado a la horca y su cabeza expuesta frente a la casa de gobierno de Ouro
Preto, antigua Vila Rica, donde hoy yace el Museo
da Inconfidencia.
Para
conservar las construcciones barrocas (destacadas en el panorama de la
arquitectura mundial), las autoridades crearon leyes para garantir la
preservación del patrimonio, primero en 1933 cuando fue nombrada Monumento
Municipal, luego en 1937 declarada Patrimonio Nacional y seguidamente, con la creación
del IPHAN, Instituto do Patrimônio
Histórico e Artístico Nacional, que cuida y resguarda la historia y arte
del país, el patrimonio material, intangible y natural de Brasil, y vela para
que la ciudad de Ouro Preto, Patrimonio de la Humanidad (UNESCO, 1980), respete
su historia, fiscalizando e generando conciencia tanto en los visitantes como en
los moradores.
Para la historiadora
Angela Leite Xavier, autora del libro “Tesouros, fantasmas e lendas de Ouro
Preto”, luego que la Unesco la nombrara ciudad patrimonial, -“llegó mucho
turismo, porque la divulgó por el mundo. El patrimonio debe ser preservado porque
representa nuestras raíces, nuestra identidad como pueblo. Ouro Preto es la
tierra de Tiradentes y el palco de la Inconfidência Mineira. También fue centro
de arte barroca con el genio Aleijadinho, nuestro gran maestro de la escultura
sacra.”-.
En cada
cerro, un mirador, donde puede observarse el paisaje verde de Ouro Preto,
inserto entre montañas, atravesado por un río, y por un tren (El Tren da Vale, que realiza paseos
turísticos a Mariana), entregando a la imaginación varios motivos de inspiración;
la ciudad tiene cerca de 13 museos, 21 iglesias y capillas, la Casa da Ópera que es el teatro más
antiguo en funcionamiento de todo el país, la Casa dos Contos, que hoy presenta exposiciones y es abierto a
visitas y el Parque dos Contos que como
su nombre lo dice parece un cuento, atraviesa la ciudad por el medio, pasando
por jardines y terrazas.
A esto se
suma una vasta programación cultural y las representaciones tradicionales como los
blocos carnavalescos y los Congados, que homenajean a la Virgen del
Rosario, entre otras festividades religiosas. Festivales de jazz, de cine, de teatro,
de corales, atraen más y más visitantes todos los años, cautivados por la
ciudad, su gastronomía minera, sus artesanías, joyerías, chocolaterías,
librerías y galerías de arte. Ciertamente, Ouro Preto es una ciudad histórica y
cultural en lo que a preservación e integración del arte a la vida cotidiana se
refiere. Podría decirse que el esfuerzo para ser merecedora de tal nombre,
Patrimonio de la Humanidad, se ve reflejado en el resultado de ser una ciudad
que inspira y transmite arte, lo que abrió paso a un turismo sustentado en su
propio patrimonio, potenciando los elementos que forman parte de su historia y
su cultura.
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