Viaje y Cultura

A través de este blog quiero mostrar mis artículos de viaje, sobre cultura, arte, arquitectura, patrimonio, tendencias, y otras apreciaciones. Mi intención es profundizar en las raíces, en la tierra, en el arte, y de alguna forma colaborar acercando ciertos conocimientos.

Cuidar de la tierra, de las personas, de nosotros mismos y compartir.

Viaje y Cultura

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miércoles, 9 de julio de 2014

El otro lado de Ilhabela: un paraíso desconocido

 
 (praia do bonete)

Dentro del paraíso tropical que es Ilhabela viven dos comunidades tradicionales caiçaras, Bonete y Castelhanos, que están abiertas al turismo ecológico y que han mantenido la cultura y medio ambiente heredado de sus antepasados.
Por Javiera Silva Abalos desde Brasil.

Ser caiçara es “Plantar, pescar, hacer harina de mandioca”- cuenta Don Otamir, mientras cose minuciosamente la red que le dará de comer a él y a las 40 familias de la comunidad de Castelhanos. Habla bajito, entre dientes, pero levanta la vista de vez en cuando, dibujando una leve sonrisa. Tiene la piel curtida y una expresión serena en el rostro. El silencio toma cuenta del lugar, unos niños juegan por ahí cerca, las olas del mar revientan, el mar se recoge, una y otra vez. Un par de gallinas, unos perros.
 -¿Le gusta vivir aquí?- pregunto, -“Sí, me gusta la paz”-.

(praia dos Castelhanos)

Cuenta que demora unos tres días en preparar la red, y que cuando la pesca está buena consiguen unos cien kilos de pescado que les da para comer y para vender en la Vila (el centro de Ilhabela al otro lado de la sierra).
Ilhabela es el único municipio de Brasil que es un archipiélago, al cual pertenecen las islas de Búzios, Vitória, Pescadores y São Sebastián, más bien conocida como Ilhabela. Un paraíso ecológico con 73 playas de aguas claras y 27 cascadas cristalinas. Las más altas montañas de islas brasileras están aquí. El más alto es el Pico de São Sebastián, con 1375 m. Además posee una gran costa rocosa y muchos naufragios, de donde surgen historias de piratas y tesoros. Cerca del 84% de la isla está protegida por el Parque Estadual de Ilhabela.

Turismo ecológico y cultura caiçara
Castelhanos y Bonete son dos comunidades abiertas al turismo ecológico, esto quiere decir que hasta hoy se han desarrollado de tal forma de no afectar su cultura, la cual pude apreciar directamente a través de sus costumbres y estilo de vida. Quedan en playas de mar agitado, pero claro, al igual que su arena blanca donde se levantan los castañeros que envuelven con sombra el calor húmedo del litoral. Es el otro lado de la isla, donde el acceso es limitado. Aislamiento que favoreció la permanencia de la tradición caiçara. Donde se puede comer un pescado fresco, obtenido con técnicas caiçaras y disfrutar de una playa amplia y silenciosa, además desde aquí puede irse a otros lugares más inexplorados y salvajes, playas vírgenes de cara para el Atlántico, a los que se llega a través de caminatas en medio de la mata, de horas o días. Es importante usar repelente para combatir a los borrachudos, unos mosquitos ínfimos e insistentes.






(Mata Atlántica preservada no Parque Estadual Ilhabela)

Las comunidades tradicionales caiçaras son un producto del mestizaje, existen alrededor de 18 en el archipiélago. Los portugueses, en el siglo XVI, hicieron grandes cultivos de café y caña de azúcar en las planicies de Ilhabela. Los hacenderos trajeron de otros lados mano de obra esclava, tanto indígenas tupis como negros africanos. También llegaron italianos, franceses, ingleses y japoneses al saber de este paraíso cultivable. El mestizaje cultural está tan patente cuanto el mestizaje genético, fisonomías y rasgos que formaron una nueva cultura rica en tradiciones. Cuando abolieron la esclavitud, cerraron las haciendas, y las comunidades ya formadas pasaron a dedicarse a la pesca y agricultura.



(praia dos castelhanos)

Llegar a Castelhanos o Bonete es sin duda una aventura. Para Castelhanos hay jeeps 4x4 que llevan hasta las arenas blancas de la playa, atravesando árboles centenarios de la Mata Atlántica, ecosistema brasilero que hoy no mantiene ni el 5% de lo que un día fue. Para Bonete, existe un camino de 13 kms por mata preservada que sólo es posible hacer a pie; ir de barco es una opción para quien quiere comodidad y exclusividad. En ese sentido, la mejor opción, sinónimo de adrenalina, es el Flexboat, alrededor de dos horas de viaje a alta velocidad bordeando la costa rocosa.
Bonete es la comunidad más desarrollada, tienen internet satelital y luz, gracias a un generador a diésel que alimenta a las 120 casas. Los boneteiros tienen Facebook, ven la telenovela de las 6pm y lavan su ropa a máquina. Además Bonete cuenta con la posada-restaurant “Canto Bravo”, un rincón ecológico que atrae turistas de todo el mundo, parejas que disfrutan de una cena a la luz de las velas, aventureros en busca de tranquilad, surfistas detrás de la mejor ola.

Forma boneteira de vivir
“La comunidad de Bonete es un ejemplo de sustentabilidad”- afirmó, Cintia Bendazzoli, arqueóloga, quien trabaja hace cinco años en Ilhabela en pos del rescate de las prácticas tradicionales en las áreas de preservación ambiental.
“El caiçara se da el gusto de elegir el pez que quiere comer y la vida que quiere vivir, entonces, no hay porqué privarlos de la opción de vivir en un área de preservación ambiental y cuidar de su cultura como ellos eligieron” –acota Bendazzoli.  ,
Don Benedito de 88 años es uno de los caiçaras más antiguos de Bonete, se emociona al recitar sus rimas (Paskins), una práctica tradicional cada vez más rara en el litoral, que van acompañadas de viola caipira, una guitarra de diez cuerdas, y que cuentan historias de un pasado remoto. Desde que él tiene memoria recuerda Bonete de esta misma forma, con sus casitas de adobe, sus jardines, sus canoas, su mar claro, su naturaleza abundante. “No ha cambiado mucha cosa. Antiguamente las canoas eran a remo y demorábamos dos días en ir y volver de la ciudad”, cuenta. También, la producción del campo era mucho mayor, comían lo que plantaban, lo que junto al pescado y la harina de mandioca- tubérculo de la familia de la yuca-, era su base alimenticia.



(praia do Bonete)
-¿Qué es ser caiçara?- pregunto para Marcia, gestora del programa de turismo comunitario en Bonete -“Mantener nuestra cultura y seguir las reglas de nuestros padres y abuelos”- responde y luego ofrece un tour por los principales íconos de la comunidad como la casa da farinha, donde producen la harina de mandioca; un artesano local; una casa de pau a pique (técnica artesanal de construcción con bambú y barro); y Don Benedito, contador de historias.
Ademar y su nieto, Cleyton, estrujan la mandioca en el Tipi Ti, prensa artesanal, técnica que heredaron de los indios tupis que vivieron en el local cuando era colonia portuguesa. Ellos son de los pocos caiçaras de Bonete que aún producen harina de mandioca. Él ayuda a su abuelo y dice firmemente que mantendrá la tradición. Es un joven surfista, pesca de arpón y dice conseguir llegar a los 20 metros de profundidad a puro pulmón.



Muchas de las prácticas tradicionales caiçaras provienen de los tupis, como la elaboración de la harina de mandioca, la construcción de canoas, el cultivo de choclo, porotos, papas y la elaboración del Bijú, un pan indígena que se prepara con la yuca. También, la utilización de hierbas medicinales.
En ambas comunidades han formado asociaciones para la protección y preservación de su entorno y sus tradiciones, Amor Castelhanos y Bonete Sempre.  Actualmente, amenazados por la próxima elección del plan regulador del litoral de Ilhabela, lo que estaría decidiendo el futuro de ambas comunidades y que ha envuelto varias entidades ambientales, culturales, gubernamentales y no gubernamentales, nacionales e internacionales. Por un lado, la urbanización, especulación inmobiliaria y el turismo de masas; por el otro, el turismo ecológico que se viene desarrollando hasta ahora, sin grandes modificaciones en su ambiente, preservando la variedad de especies de flora y fauna autóctonas, sus aguas puras y cristalinas, y una de las mayores reservas de Mata Atlántica; y, sin duda, la rica experiencia de convivir con las comunidades tradicionales caiçaras, que viven de la pesca, que tienen sus fiestas, costumbres, sus creencias y un estilo de ser caiçara, de ser tranquilo, de vivir en armonía con su entorno.


(mirador no bonete)
(cachoeira do Gato acesso desde Castelhanos)

Agradecimientos: Hostel Central, Pousada Canto Bravo, Ilha Flat Hotel, Famiglia Manzoli, Tori Sushi, Azul Marinho Tour, Ilhabela Jeep Tour.

¿Dónde dormir?

Ilha Flat Hotel:
Tarifas incluyen desayuno y cena. Spa, piscina, áreas verdes.
Praia do Perequê. www.ilhaflat.com.br

Pousada Canto Bravo:
De estilo rústico, frente al mar en playa do Bonete. Ofrece comida tradicional caiçara. www.pousadacantobravo.com.br

Hostel Central
Buena ubicación, ideal para viajeros, cocina y piscina. Perequê. www.hostelcentral.com.br/

¿Dónde comer?

Comida italiana: Famiglia Manzoli
Se recomienda probar Spaghetti al Mare. Praia do Perequê. www.famigliamanzoli.com.br

Sushi: Tori Sushi Bar
Rodizio de sushi de miércoles a domingo. Saco da Capela. www.facebook.com/torilhabela

Comida casera: Cura
El más antiguo buffet por kilo de la isla. Praia do Perequê. www.curailhabela.com.br

Pescados y mariscos: Quiosque do Alemão
Frutos del mar y pescados frescos. Praia dos Castelhanos.

Paseos:

Castelhanos: Ilhabela Jeep Tour, www.ilhabelajeeptour.com
Bonete: Flexboat, lancha rápida, azulmarinho-tour.com.br

Ouro Preto, Minas Gerais: La ciudad patrimonial del oro





 El esplendor de la época del oro y los diamantes llevaron a la manifestación de magnificas construcciones; hoy, ciudad Patrimonio Histórico de la Humanidad, conservada y renovada como un museo a cielo abierto.
Por Javiera Silva Abalos desde Brasil

Una ciudad histórica que preservó, casi totalmente, su trazado arquitectónico original, una representación viva del esplendor del ciclo del oro, eso es Ouro Preto, donde ya existió una de las principales reservas de oro y diamantes del mundo. Esto permitió que, a mediados del siglo XVIII, el auge del oro manifestara verdaderos monumentos coloniales e iglesias barrocas con altos campanarios, además de puentes y calles de paralelepípedos de granito, estrechas y zigzagueantes. Construcciones hechas por manos esclavas y reflejo de la abundancia de minerales preciosos.
Fue en aquella época que Ouro Preto se consolidó como la capital del Circuito do Ouro o Estrada Real, caminos que conectaron, principalmente, Diamantina (norte de MG), Ouro Preto y Parati (litoral sur de RJ), además de otros poblados secundarios, para el traslado e intercambio de los minerales. Por aquí pasaba el oro y las piedras preciosas como diamantes, topacios (azul e imperial, este último sólo existe aquí), granates, turmalinas, agua marina y esmeraldas, minerales que aún son extraídos en la región.
En Minas Gerais, hicieron empeño en resguardar las monumentales construcciones barrocas de las ciudades históricas que constituyeron el Circuito do Ouro. Sobre todo, Ouro Preto, por ser la capital de Minas Gerais hasta 1897 y por contar con maestros del arte y la arquitectura barroca que diseñaron la ciudad.
Así, en la actualidad, pueden apreciarse verdaderos monumentos de arte como la Iglesia Nossa Senhora do Rosário, magnífica en su diseño y arquitectura, la mayor representación de la gran devoción del pueblo esclavo, quienes escondieron sus creencias en orixás y fuerzas de la naturaleza debajo del manto de los santos católicos, construyendo este y otros símbolos de su fe. Y la Iglesia de São Francisco de Assis, construida para la corona, esculpida y decorada por el consagrado maestro del arte sacra Antônio Francisco Lisboa, popularmente conocido como Aleijadinho, quien realizó el mayor aporte de producciones barrocas en Brasil. La iglesia, chapada en oro por dentro, posee esculturas de santos, óleos e vitrales, suntuoso reflejo de la abundancia de riquezas de la época, que actualmente se ubica al frente del anfiteatro que reúne a los artesanos de la piedra sabão (jabón en español), quienes hacen piezas de cocina, de ajedrez, cajitas, relojes y otros objetos esculpidos.  

(Igreja Nossa Senhora do Rosario)

Divinidad en el arte, junto a una historia de revolución, transmiten estas frías y altas paredes de Ouro Preto. Uno de los mayores movimientos de liberación del pueblo minero. Surgieron poetas, intelectuales, dueños de minas, que se rebelaron contra el dominio y la injusticia del imperio portugués, a causa de los altos impuestos, arbitrariedad e violencia. La llamada Inconfidencia Mineira fue desmantelada y sus integrantes juzgados por la corona en 1789. Tiradentes, quien se declaró jefe del movimiento, fue llevado a la horca y su cabeza expuesta frente a la casa de gobierno de Ouro Preto, antigua Vila Rica, donde hoy yace el Museo da Inconfidencia.
Para conservar las construcciones barrocas (destacadas en el panorama de la arquitectura mundial), las autoridades crearon leyes para garantir la preservación del patrimonio, primero en 1933 cuando fue nombrada Monumento Municipal, luego en 1937 declarada Patrimonio Nacional y seguidamente, con la creación del IPHAN, Instituto do Patrimônio Histórico e Artístico Nacional, que cuida y resguarda la historia y arte del país, el patrimonio material, intangible y natural de Brasil, y vela para que la ciudad de Ouro Preto, Patrimonio de la Humanidad (UNESCO, 1980), respete su historia, fiscalizando e generando conciencia tanto en los visitantes como en los moradores.
Para la historiadora Angela Leite Xavier, autora del libro “Tesouros, fantasmas e lendas de Ouro Preto”, luego que la Unesco la nombrara ciudad patrimonial, -“llegó mucho turismo, porque la divulgó por el mundo. El patrimonio debe ser preservado porque representa nuestras raíces, nuestra identidad como pueblo. Ouro Preto es la tierra de Tiradentes y el palco de la Inconfidência Mineira. También fue centro de arte barroca con el genio Aleijadinho, nuestro gran maestro de la escultura sacra.”-.
En cada cerro, un mirador, donde puede observarse el paisaje verde de Ouro Preto, inserto entre montañas, atravesado por un río, y por un tren (El Tren da Vale, que realiza paseos turísticos a Mariana), entregando a la imaginación varios motivos de inspiración; la ciudad tiene cerca de 13 museos, 21 iglesias y capillas, la Casa da Ópera que es el teatro más antiguo en funcionamiento de todo el país, la Casa dos Contos, que hoy presenta exposiciones y es abierto a visitas y el Parque dos Contos que como su nombre lo dice parece un cuento, atraviesa la ciudad por el medio, pasando por jardines y terrazas.
A esto se suma una vasta programación cultural y las representaciones tradicionales como los blocos carnavalescos y los Congados, que homenajean a la Virgen del Rosario, entre otras festividades religiosas. Festivales de jazz, de cine, de teatro, de corales, atraen más y más visitantes todos los años, cautivados por la ciudad, su gastronomía minera, sus artesanías, joyerías, chocolaterías, librerías y galerías de arte. Ciertamente, Ouro Preto es una ciudad histórica y cultural en lo que a preservación e integración del arte a la vida cotidiana se refiere. Podría decirse que el esfuerzo para ser merecedora de tal nombre, Patrimonio de la Humanidad, se ve reflejado en el resultado de ser una ciudad que inspira y transmite arte, lo que abrió paso a un turismo sustentado en su propio patrimonio, potenciando los elementos que forman parte de su historia y su cultura.