Hace quince
años André Soares y su mujer Lucy Legan llegaron al Cerrado brasilero para
construir el sueño de poner en práctica los conocimientos adquiridos con el
padre de la permacultura Bill Mollison en Australia, hacer una Ecovila, donde la
sustentabilidad en todos sus aspectos fuese el eje primordial, y la
Bioconstrucción la solución para una vivienda equilibrada con el medio
ambiente.
Fotos y textos por Javiera Silva Abalos
Cuando llegaron, la tierra escogida estaba pobre, seca, sin árboles, una montaña desforestada. Comenzaron llamando voluntarios para trabajar con el fin de revertir el daño, implementando sistemas permaculturales de captación de agua de lluvia, plantíos agroforestales, construcciones ecológicas, tratamiento de aguas grises y negras: y al mismo tiempo pasando esos conocimientos a las personas involucradas, para generar una conciencia sustentable en relación a lo que realmente necesitamos y cómo lo retribuimos o reestablecemos, cerrando los ciclos, que en la mayoría de los casos no son finalizados y terminan en desechos que alimentan torres de basura en los vertederos.
El Instituto de Permacultura y Ecovilas del Cerrado, más bien conocido como Ecocentro IPEC, fue emplazado en el centro de Brasil a dos horas de la capital, Brasilia, en el segundo mayor bioma del país después de la Amazonia, el Cerrado, una sabana tropical muy extensa que peligra por causa de las quemas descontroladas y los monocultivos. Se ubica a pocos kilómetros de la ciudad de Pirenópolis en el estado de Goiás, ciudad histórica fundada por buscadores de oro. El visual es de montañas en forma de mesetas, con valles fértiles a más de mil metros sobre el nivel del mar, vegetación de clima seco y cálido, cascadas enormes, y una gran biodiversidad de especies nativas de flora y fauna. Con abundancia de agua, cristales, paredones rocosos, y paisajes alucinantes.
Hoy, es increíble ver cómo el proyecto ha dado cierto, una tierra fértil con bosques y huertas, acuicultura con peces, gallinas, lagunas, patos y construcciones armónicamente integradas a su medio natural. Cabe destacar las innovadoras soluciones sustentables para los desechos orgánicos humanos, como el sanitario seco y el sistema de evapotranspiración para aguas negras, y también el sistema de biorremediación para tratamiento de aguas grises y reutilización para riego.
Y este es recién el comienzo, el Ecocentro IPEC es el núcleo para la concretización del sueño mayor de sus fundadores, la Ecovila Guabaré, un lugar de convivencia armónica entre las personas y con la naturaleza.
María Lucia vive en Ecocentro IPEC hace más de un año, ella es de Río de Janeiro y actualmente se desempeña como guía, nos presenta las construcciones hechas con diferentes técnicas de Bioconstrucción y las soluciones que toda vivienda necesita para poder ser totalmente autosustentable.
Al igual que ella, son cientos de voluntarios los que pasan por aquí cada año, realizando intercambio de trabajo y adquiriendo los conocimientos que han posicionado al IPEC como una referencia en sustentabilidad en Brasil y el mundo. Algunos, como María Lucia, permanecen en este lugar para desarrollar su proyecto de vida.
La Bioconstrucción
es un término forjado hace poco más de una década, pero las técnicas de
construcción existen desde que comenzaron a crearse las primeras casas. “La
habitación existe desde antes que la arquitectura, está en el ADN, necesitamos
rescatarlo, apropiarnos del conocimiento popular, no es académico, es
tradicional y popular”, acentúa André Soares en una entrevista por teléfono,
porque el día de nuestra visita estaba junto a Lucy Legan en el Boom Festival
en Portugal, que reúne alrededor de cincuenta mil personas, divulgando técnicas
e construyendo sustentabilidad.
No se puede
hablar de Bioconstrucción sin hablar de Permacultura, y viceversa, porque la
última engloba la primera y la primera es sustancial en una forma de vida que
sea coherente con el medio ambiente. El concepto de una cultura permanente o
sustentable integra armónicamente la vivienda y el paisaje, aprovechando y
conservando los recursos naturales y reutilizando los residuos.
Permacultura
es el nombre que Bill Mollison acuño en 1978 en Australia junto a David
Holmgren, y desde entonces se ha propagado por el mundo, provocando un impacto
y un cambio de visión cultural. El llamado es a un consumo limitado por los recursos
renovables. Luego, la Bioconstrucción vino a nombrar las técnicas de
construcción que usa los materiales renovables locales y no necesita de
estudios ni especialización.

Aun es un concepto nuevo,
“La idea de
Bill Mollison desde el comienzo fue integrar los conocimientos antiguos a las
cosas, y la casa es lo más fundamental”, me cuenta André Soares desde
Pirenópolis. Entonces, si bien la Permacultura y Bioconstrucción son ideas
modernas y aún en proceso de integración y desarrollo, estas fueron acuñadas
bajo el alero de los conocimientos antiguos, porque las construcciones y
tecnologías tradicionales resuelven problemas desde miles de años dando soluciones
respecto al agua, habitación, agricultura y economía, entre otros.
Caben
varias técnicas en la Bioconstrucción, que es una pétala dentro de la flor de
la sustentabilidad, soluciones tecnológicas a problemas modernos: adobe, superadobe,
COB, BTC (bloque de tierra comprimido), tapial, que son técnicas que usan
tierra cruda como materia prima; además, están los que usan ladrillos de tierra
cocidos y las construcciones hechas con materiales naturales como bambú,
maderas, piedras y paja.
Un camino
de piedras y una construcción de superadobe –de contornos arredondeados que me
recuerdan a un hongo –nos llevan para la gran cúpula que en 2001 recibió la visita
de Bill Mollison, y que se llamó Centro Mollison de Estudios Sustentables.
Actualmente,
este edificio central es punto de encuentro de cursos anuales como el PDC
(Permacultura, diseño y consultoría), que tiene como objetivo formar nuevos
permacultores e integrar todas las áreas en una metodología permacultural, y el
BioConstruindo, que busca capacitar personas para la construcción de
habitaciones de bajo costo con el menor impacto ambiental posible. Y también
acoge las actividades de la Ecoversidad, que en casas de superadobe hospeda a los
interesados en profundizar en estos conocimientos.
Varias
construcciones son de superadobe, que se caracteriza por sus formas orgánicas,
curvas, paredes gruesas y ventanas de diferentes formas, esta técnica utiliza
sacos de polipropileno rellenos de arena y luego revoca con barro. Otras, son
de ferro-cemento, técnica que se caracteriza por la creación de formas
innovadoras, el uso de botellas y fierros reciclados, no es la técnica más
ecológica porque usa cemento, pero además de servir para hacer formas originales,
sirve, principalmente, para almacenar el agua en pozos y piscinas.
También
existen otras técnicas de Bioconstrucción que pudimos apreciar durante nuestra
visita al Ecocentro: COB, que mezcla arcilla, arena y paja en una masa
homogénea y luego se aplica en forma de bolas de barro directamente en la
construcción. Tapial leve, que usa molduras
de madera, donde la mezcla es aplicada y compactada, se usa para hacer
divisiones dentro de la casa. El BTC se trabaja de la misma forma pero es más
grande y no puede transportarse. La construcción con fardos usa la paja para
rellenar las paredes y luego se cubre con mezcla de barro, ideal para lugares
secos. Todas estas técnicas son de bajo costo y eficientes.
Para que una
vivienda sea sustentable, un punto primordial es qué hacer con los desechos
orgánicos humanos. Aquí en el Ecocentro hay dos formas, la principal es el
sanitario seco, esto es que no se usa agua y la materia orgánica a través de un
proceso de compostaje se transforma en abono natural, y a través del trabajo de
lombrices termina de purificarse. El baño
también tiene paneles solares que calientan el agua para la ducha caliente, de
esta forma todas las duchas del IPEC son alimentadas de energía solar.
El
Ecocentro IPEC es totalmente responsable por toda el agua que consume. No
devuelve agua sucia o contaminada al ambiente, toda agua servida, tanto negra
(de vasos sanitarios) cuanto gris (de lavaplatos, lavamanos y duchas) es
biorremediada para después de limpia volver al ambiente para irrigación de
huertas y jardines. De este modo, cumple con los tres principios éticos de la
permacultura: cuidar de la tierra, cuidar de las personas y compartir los
excedentes.

Las éticas
fueron elaboradas a partir de una investigación sobre las comunidades que han
existido en equilibrio con su ambiente, por un periodo mayor que las
civilizaciones más recientes. No significa ignorar las enseñanzas de la
modernidad, y sí considerar los principios ancestrales para la transición para
un futuro más sustentable, a través de un consumo consciente, que es la mejor
manera de cuidar de la Tierra.