
(praia do bonete)
Dentro
del paraíso tropical que es Ilhabela viven dos comunidades tradicionales
caiçaras, Bonete y Castelhanos, que están abiertas al turismo ecológico y que
han mantenido la cultura y medio ambiente heredado de sus antepasados.
Por Javiera Silva Abalos desde
Brasil.
Ser caiçara es “Plantar,
pescar, hacer harina de mandioca”- cuenta Don Otamir, mientras cose
minuciosamente la red que le dará de comer a él y a las 40 familias de la
comunidad de Castelhanos. Habla bajito, entre dientes, pero levanta la vista de
vez en cuando, dibujando una leve sonrisa. Tiene la piel curtida y una
expresión serena en el rostro. El silencio toma cuenta del lugar, unos niños
juegan por ahí cerca, las olas del mar revientan, el mar se recoge, una y otra
vez. Un par de gallinas, unos perros.
-¿Le
gusta vivir aquí?- pregunto, -“Sí, me gusta la paz”-.
(praia dos Castelhanos)
Ilhabela es el único municipio de Brasil que es un archipiélago, al cual pertenecen las islas de Búzios, Vitória, Pescadores y São Sebastián, más bien conocida como Ilhabela. Un paraíso ecológico con 73 playas de aguas claras y 27 cascadas cristalinas. Las más altas montañas de islas brasileras están aquí. El más alto es el Pico de São Sebastián, con 1375 m. Además posee una gran costa rocosa y muchos naufragios, de donde surgen historias de piratas y tesoros. Cerca del 84% de la isla está protegida por el Parque Estadual de Ilhabela.
Turismo
ecológico y cultura caiçara
Castelhanos y
Bonete son dos comunidades abiertas al turismo ecológico, esto quiere decir que
hasta hoy se han desarrollado de tal forma de no afectar su cultura, la cual
pude apreciar directamente a través de sus costumbres y estilo de vida. Quedan en
playas de mar agitado, pero claro, al igual que su arena blanca donde se
levantan los castañeros que envuelven con sombra el calor húmedo del litoral. Es
el otro lado de la isla, donde el acceso es limitado. Aislamiento
que favoreció la permanencia de la tradición caiçara. Donde se puede comer un pescado fresco, obtenido con técnicas caiçaras y
disfrutar de una playa amplia y silenciosa, además desde aquí puede irse a
otros lugares más inexplorados y salvajes, playas vírgenes de cara para el
Atlántico, a los que se llega a través de caminatas en medio de la mata, de
horas o días. Es importante usar repelente para combatir a los borrachudos, unos
mosquitos ínfimos e insistentes.


(Mata Atlántica preservada no Parque Estadual Ilhabela)


(praia dos castelhanos)
Llegar a Castelhanos o Bonete es sin duda una aventura. Para Castelhanos hay jeeps 4x4 que llevan hasta las arenas blancas de la playa, atravesando árboles centenarios de la Mata Atlántica, ecosistema brasilero que hoy no mantiene ni el 5% de lo que un día fue. Para Bonete, existe un camino de 13 kms por mata preservada que sólo es posible hacer a pie; ir de barco es una opción para quien quiere comodidad y exclusividad. En ese sentido, la mejor opción, sinónimo de adrenalina, es el Flexboat, alrededor de dos horas de viaje a alta velocidad bordeando la costa rocosa.
Bonete es la comunidad más desarrollada,
tienen internet satelital y luz, gracias a un generador a diésel que alimenta a
las 120 casas. Los boneteiros tienen
Facebook, ven la telenovela de las 6pm y lavan su ropa a máquina. Además Bonete
cuenta con la posada-restaurant “Canto Bravo”, un rincón ecológico que atrae
turistas de todo el mundo, parejas que disfrutan de una cena a la luz de las
velas, aventureros en busca de tranquilad, surfistas detrás de la mejor ola.
Forma boneteira de vivir
“La comunidad de Bonete es un ejemplo de
sustentabilidad”- afirmó, Cintia Bendazzoli, arqueóloga, quien trabaja hace
cinco años en Ilhabela en pos del rescate de las prácticas tradicionales en las
áreas de preservación ambiental.
“El caiçara se da el gusto de elegir el
pez que quiere comer y la vida que quiere vivir, entonces, no hay porqué
privarlos de la opción de vivir en un área de preservación ambiental y cuidar
de su cultura como ellos eligieron” –acota Bendazzoli. ,
Don Benedito de 88 años es uno de los
caiçaras más antiguos de Bonete, se emociona al recitar sus rimas (Paskins), una práctica tradicional cada
vez más rara en el litoral, que van acompañadas de viola caipira, una guitarra de diez cuerdas, y que cuentan
historias de un pasado remoto. Desde que él tiene memoria recuerda Bonete de
esta misma forma, con sus casitas de adobe, sus jardines, sus canoas, su mar
claro, su naturaleza abundante. “No ha cambiado mucha cosa. Antiguamente las
canoas eran a remo y demorábamos dos días en ir y volver de la ciudad”, cuenta.
También, la producción del campo era mucho mayor, comían lo que plantaban, lo
que junto al pescado y la harina de mandioca- tubérculo de la familia de la
yuca-, era su base alimenticia.



(praia do Bonete)
-¿Qué es
ser caiçara?- pregunto para Marcia, gestora del programa de turismo comunitario
en Bonete -“Mantener nuestra cultura y seguir las reglas de nuestros padres y
abuelos”- responde y luego ofrece un tour por los principales íconos de la
comunidad como la casa da farinha, donde
producen la harina de mandioca; un artesano
local; una casa de pau a pique (técnica
artesanal de construcción con bambú y barro); y Don Benedito, contador de
historias.
Ademar y su nieto, Cleyton, estrujan la
mandioca en el Tipi Ti, prensa artesanal, técnica que heredaron de los indios
tupis que vivieron en el local cuando era colonia portuguesa. Ellos son de los
pocos caiçaras de Bonete que aún producen harina de mandioca. Él ayuda a su
abuelo y dice firmemente que mantendrá la tradición. Es un joven surfista,
pesca de arpón y dice conseguir llegar a los 20 metros de profundidad a puro
pulmón.
Muchas de las
prácticas tradicionales caiçaras provienen de los tupis, como la elaboración de
la harina de mandioca, la construcción de canoas, el cultivo de choclo,
porotos, papas y la elaboración del Bijú,
un pan indígena que se prepara con la yuca. También, la utilización de
hierbas medicinales.
En ambas comunidades
han formado asociaciones para la protección y preservación de su entorno y sus
tradiciones, Amor Castelhanos y Bonete Sempre. Actualmente, amenazados por la próxima
elección del plan regulador del litoral de Ilhabela, lo que estaría decidiendo el
futuro de ambas comunidades y que ha envuelto varias entidades ambientales,
culturales, gubernamentales y no gubernamentales, nacionales e internacionales.
Por un lado, la urbanización, especulación inmobiliaria y el turismo de masas; por
el otro, el turismo ecológico que se viene desarrollando hasta ahora, sin
grandes modificaciones en su ambiente, preservando la variedad de especies de
flora y fauna autóctonas, sus aguas puras y cristalinas, y una de las mayores
reservas de Mata Atlántica; y, sin duda, la rica experiencia de convivir con
las comunidades tradicionales caiçaras, que viven de la pesca, que tienen sus
fiestas, costumbres, sus creencias y un estilo de ser caiçara, de ser tranquilo,
de vivir en armonía con su entorno.


(mirador no bonete)
(cachoeira do Gato acesso desde Castelhanos)
Agradecimientos: Hostel Central, Pousada Canto
Bravo, Ilha Flat Hotel, Famiglia Manzoli, Tori Sushi, Azul
Marinho Tour, Ilhabela Jeep Tour.
¿Dónde dormir?
Ilha Flat Hotel:
Tarifas incluyen desayuno y cena. Spa, piscina, áreas
verdes.
Pousada Canto Bravo:
De estilo rústico, frente al mar en playa do
Bonete. Ofrece comida tradicional caiçara. www.pousadacantobravo.com.br
Hostel Central
¿Dónde comer?
Comida italiana: Famiglia Manzoli
Sushi: Tori Sushi Bar
Comida casera: Cura
Pescados y mariscos: Quiosque do Alemão
Frutos del mar y pescados frescos. Praia dos Castelhanos.
Paseos: