En la reserva Altos de Lircay, a tan solo trescientos kilómetros de la capital, en la región del Maule, existe una gran biodiversidad de especies de flora y fauna, bosque nativo y agua de vertiente, lo que sumado a iniciativas de conservación y educación ambiental, resulta en una combinación ambiciosa, pero por qué no factible y provechosa para la comunidad local, científicos y turistas.
Texto y Fotos: Javiera Silva Abalos
La primera vez que visité la reserva fue en
octubre de 2015, me sorprendió que aún había nieve, y al parecer había caído
hace poco. El lugar parece de cuento, tiene una vegetación abundante, muy
verde, de clima húmedo, árboles centenarios e imponentes, y tuve la suerte de
ver búhos, pájaros carpinteros, cóndores, entre otros.
Desde 1996
que es reserva nacional y diez años antes ya había sido declarada área de
protección ambiental por la Corporación Nacional Forestal (CONAF), es decir,
hace veinte años que se viene trabajando con la comunidad en la conservación de
las 12 mil hectáreas protegidas. Su importancia radica en el alto nivel de
biodiversidad que puede encontrarse a lo largo de estas tierras cordilleranas,
un privilegio para el país.
En Altos de Lircay hay varios senderos que
pueden ser recorridos en un día, como los que van hacia el Enladrillado (a 2400
mts s.n.m) y Lagunas del Alto, también hay caminatas más largas, como la del
Valle del Venado y el Volcán Descabezado. Desde el punto dos hasta el nueve, en
el km 18.9, hay sectores definidos para acampar, con infraestructura y agua
potable, luego en dirección al volcán es una ruta de arrieros y hay que estar
en buenas condiciones físicas para continuar. El agua de vertiente es un
recurso presente en todos los senderos, lo que facilita la experiencia de los
exploradores.
Parece ser que en Alto Vilches, localidad donde se encuentra la reserva, las personas han tomado conciencia de la importancia de cuidar y conservar, y también hay organismos preocupados con esto. “Al principio fue difícil porque le quitaron a la gente su fuente laboral, que anteriormente era el carbón. Pero con el tiempo han ido entendiendo que si conservan este lugar les va a traer beneficios”, explica Javiera Fuentes, guardaparque. Tanto los arrieros con sus cabalgatas, como la gente que emprendió nuevos negocios con el comercio, hospedaje y ecoturismo, han generado una nueva fuente de trabajo a partir de la reserva.
El BIOTA, por ejemplo, es un centro de investigación, educación y ecoturismo, que promueve el desarrollo sustentable y está emprendiendo diferentes proyectos de educación ambiental y conservación de los valiosos ecosistemas del Maule. Es un refugio cálido, todo construido en madera, que ofrece varias habitaciones con terrazas y vista al bosque de robles.
Juan Carlos Arenas, veterinario y cursante del magíster en gestión ambiental de la Universidad de Viña del Mar, llegó para hacer un curso de capacitación de censo de aves silvestres que impartía la Unión de Ornitólogos de Chile (UNORCH) junto con el BIOTA, al llegar conoció a Luis Valladares y su mujer Anita Aguilera, ambos biólogos, creadores del centro y de otras iniciativas que buscan integrar, difundir y desarrollar el conocimiento científico en Chile.
Después de conocer el proyecto quedó encantando, tanto por las nuevas herramientas que aprendería como por el conocimiento que Luis Valladares podría transmitirle sobre flora, fauna, geología, arqueología, etc. Entonces, Arenas propuso implementar un trabajo de monitoramento de especies en Alto Vilches, para realizar un levantamiento de información con la idea de colaborar en la conservación y educación ambiental de la comunidad local, turistas y científicos, lo que actualmente lo mantiene viajando desde Viña a Vilches todas las semanas.
En Alto Vilches me encontré con un bosque de robles, donde pude ver lenga de hojas caducas y blandas, y coihue de hojas más duras y perennes. “Aquí ves un ecosistema de nothofagus, un bosque precioso, y muchas veces no se tiene información de lo que está pasando. Queremos acercarnos a la realidad del bosque, proyectar un equipo multidisciplinario: un herpetólogo, un ornitólogo, un botánico, un arqueólogo, un geólogo, un veterinario”, agrega Arenas.
Después de conocer el proyecto quedó encantando, tanto por las nuevas herramientas que aprendería como por el conocimiento que Luis Valladares podría transmitirle sobre flora, fauna, geología, arqueología, etc. Entonces, Arenas propuso implementar un trabajo de monitoramento de especies en Alto Vilches, para realizar un levantamiento de información con la idea de colaborar en la conservación y educación ambiental de la comunidad local, turistas y científicos, lo que actualmente lo mantiene viajando desde Viña a Vilches todas las semanas.
En Alto Vilches me encontré con un bosque de robles, donde pude ver lenga de hojas caducas y blandas, y coihue de hojas más duras y perennes. “Aquí ves un ecosistema de nothofagus, un bosque precioso, y muchas veces no se tiene información de lo que está pasando. Queremos acercarnos a la realidad del bosque, proyectar un equipo multidisciplinario: un herpetólogo, un ornitólogo, un botánico, un arqueólogo, un geólogo, un veterinario”, agrega Arenas.
En materia de biodiversidad, hay ciertos puntos
que se denominan hotspots (puntos calientes), y Vilches es una zona hotspot de
biodiversidad, tanto para flora como para fauna: reptiles, anfibios, mamíferos,
micromamíferos, aves (rapaces nocturnas y diurnas), en esto recae la
importancia de su conservación.
“Hay cadenas tróficas enormes”, cuenta Arenas.
“En la cordillera puedes encontrar puma, leopardo güiña, es probable que estén
casi todas las especies de felinos. Y de las aves puedes ver búhos, cóndores,
carpintero negro”. Y por su parte, Javiera Fuentes, comenta: “el zorro cumpeo
es fácil de ver, cuando baja la visitación en marzo-abril el zorro viene con
sus crías a estar con nosotros. El puma lo vimos en Lagunas del Alto hace unos
días.”
La principal función de la reserva es
conservar, la de un Parque Nacional es preservar. Esto quiere decir que se
llevan a cabo diferentes planes de manejo para la conservación de los recursos
naturales. Por ejemplo, aquí se pueden cortar determinados metros de leña para
las guarderías y funcionarios, algo que no podría hacerse en un parque.
El trabajo de educación ambiental de los
guardaparques es todos los días, con los turistas y con la comunidad, desde que
viven todo el año en Alto Vilches, insertos en el área. “Somos 3 guardaparques
para 12 mil hectareas, dos de turno y uno libre, entonces la mesa está un poco
coja.”, acota Fuentes. El año pasado 12000 personas visitaron la reserva, de
los cuales 2000 fueron extranjeros que vinieron entre marzo y diciembre.
Antes de los turistas ingresar al área
protegida, los guardaparques hacen un trabajo de inducción para concientizar
que no se lleven nada de lo que encuentren en relación a los recursos naturales
y que no dejen basura. A esto se suma las charlas que dan en los colegios y
todo el trabajo con la comunidad para motivarlos a cuidar.
En la reserva no hay contenedores, “para que la
gente aprenda que cuando vas a la montaña tienes que traer todo de vuelta’,
acota Fuentes. Aún así, algunas personas de la comunidad local actúan como
apoyo y todas las semanas van a recoger lo que algunos turistas descuidados
dejan por el camino.
Arenas explica que este bosque tiene mucha
presión antrópica, esto quiere decir que el hombre está acercándose cada vez
más, lo que puede apreciarse yendo de Alto Vilches a San Clemente. El terreno y
los recursos se están utilizando para la agricultura y el monocultivo de
plantaciones como pino y eucalipto, lo que provoca una disminución del espacio
para una cierta cantidad de especies y una degeneración de la tierra, lo que se
aleja totalmente de lo que es la sustentabilidad.
Una de las premisas que tiene el BIOTA es
promover el uso de sistemas sustentables, que permitan mantener nuestros
recursos naturales. Si bien la zona protegida es la reserva, que pertenece al
servicio nacional de áreas silvestres protegidas por el estado, existe una zona de amortiguación que es
prácticamente todo Vilches Alto, donde no se puede realizar explotación de
bosque, pero esto está difícil de fiscalizar.
El proyecto de levantamiento y conservación que
está realizando Juan Carlos Arenas en conjunto con otros profesionales tiene
como finalidad generar información y contenido audiovisual, en base a esto
esperan poder hacer educación ambiental con la comunidad local, turistas y
científicos a través de charlas y encuentros. Sus principales armas son contar
con un equipo multidisciplinario y el apoyo de la tecnología.
“Los ecosistemas son muy dinámicos tenemos que
hacer actualizaciones, la estación climática está removida, entonces no tenemos
las mismas condiciones que teníamos diez, cinco o tres años atrás, y eso afecta
totalmente el entorno y la dinámica del bosque. Por eso, es necesario tener una
fotografía de este momento, y el próximo año vamos a hacer lo mismo.”
En lo concreto, quieren desarrollar un turismo científico, donde el guia sepa de biodiversidad, del entorno, de las especies de flora y fauna, que entienda lo que es un bosque, como una forma de concientizar y promover el cuidado del entorno natural.
En mi visita a Alto Vilches observé que, de cierta forma, los habitantes, organizaciones y turistas se están articulado para darle un sentido a la idea de cuidar, generando un puente entre lo científico y lo local, para concientizar qué es lo que están cuidando.
Si bien aún falta bastante por desarrollar, podría decir que Altos de Lircay está en un buen camino en temas de conservación, porque la mayoría que por allí pasa o vive se siente comprometido, y parte de este lugar.