Viaje y Cultura

A través de este blog quiero mostrar mis artículos de viaje, sobre cultura, arte, arquitectura, patrimonio, tendencias, y otras apreciaciones. Mi intención es profundizar en las raíces, en la tierra, en el arte, y de alguna forma colaborar acercando ciertos conocimientos.

Cuidar de la tierra, de las personas, de nosotros mismos y compartir.

Viaje y Cultura

El mundo subterráneo de Terra Ronca

 A poco s metros del Camping de Ramiro  se encuentra la caverna Terra Ronca I, donde nos adentramos en la genial aventura de descu...

domingo, 19 de febrero de 2017

Reserva Altos de Lircay: cuidar para conservar

En la reserva Altos de Lircay, a tan solo trescientos kilómetros de la capital, en la región del Maule, existe una gran biodiversidad de especies de flora y fauna, bosque nativo y agua de vertiente, lo que sumado a iniciativas de conservación y educación ambiental, resulta en una combinación ambiciosa, pero por qué no factible y provechosa para la comunidad local, científicos y turistas.

Texto y Fotos: Javiera Silva Abalos




La primera vez que visité la reserva fue en octubre de 2015, me sorprendió que aún había nieve, y al parecer había caído hace poco. El lugar parece de cuento, tiene una vegetación abundante, muy verde, de clima húmedo, árboles centenarios e imponentes, y tuve la suerte de ver búhos, pájaros carpinteros, cóndores, entre otros.

Desde 1996 que es reserva nacional y diez años antes ya había sido declarada área de protección ambiental por la Corporación Nacional Forestal (CONAF), es decir, hace veinte años que se viene trabajando con la comunidad en la conservación de las 12 mil hectáreas protegidas. Su importancia radica en el alto nivel de biodiversidad que puede encontrarse a lo largo de estas tierras cordilleranas, un privilegio para el país.

En Altos de Lircay hay varios senderos que pueden ser recorridos en un día, como los que van hacia el Enladrillado (a 2400 mts s.n.m) y Lagunas del Alto, también hay caminatas más largas, como la del Valle del Venado y el Volcán Descabezado. Desde el punto dos hasta el nueve, en el km 18.9, hay sectores definidos para acampar, con infraestructura y agua potable, luego en dirección al volcán es una ruta de arrieros y hay que estar en buenas condiciones físicas para continuar. El agua de vertiente es un recurso presente en todos los senderos, lo que facilita la experiencia de los exploradores.



Parece ser que en Alto Vilches, localidad donde se encuentra la reserva, las personas han tomado conciencia de la importancia de cuidar y conservar, y también hay organismos preocupados con esto. “Al principio fue difícil porque le quitaron a la gente su fuente laboral, que anteriormente era el carbón. Pero con el tiempo han ido entendiendo que si conservan este lugar les va a traer beneficios”, explica Javiera Fuentes, guardaparque. Tanto los arrieros con sus cabalgatas, como la gente que emprendió nuevos negocios con el comercio, hospedaje y ecoturismo, han generado una nueva fuente de trabajo a partir de la reserva.

El BIOTA, por ejemplo, es un centro de investigación, educación y ecoturismo, que promueve el desarrollo sustentable y está emprendiendo diferentes proyectos de educación ambiental y conservación de los valiosos ecosistemas del Maule. Es un refugio cálido, todo construido en madera, que ofrece varias habitaciones con terrazas y vista al bosque de robles.

Juan Carlos Arenas, veterinario y cursante del magíster en gestión ambiental de la Universidad de Viña del Mar, llegó para hacer un curso de capacitación de censo de aves silvestres que impartía la Unión de Ornitólogos de Chile (UNORCH) junto con el BIOTA, al llegar conoció a Luis Valladares y su mujer Anita Aguilera, ambos biólogos, creadores del centro y de otras iniciativas que buscan integrar, difundir y desarrollar el conocimiento científico en Chile. 

Después de conocer el proyecto quedó encantando, tanto por las nuevas herramientas que aprendería como por el conocimiento que Luis Valladares podría transmitirle sobre flora, fauna, geología, arqueología, etc. Entonces, Arenas propuso implementar un trabajo de monitoramento de especies en Alto Vilches, para realizar un levantamiento de información con la idea de colaborar en la conservación y educación ambiental de la comunidad local, turistas y científicos, lo que actualmente lo mantiene viajando desde Viña a Vilches todas las semanas.

En Alto Vilches me encontré con un bosque de robles, donde pude ver lenga de hojas caducas y blandas, y coihue de hojas más duras y perennes. “Aquí ves un ecosistema de nothofagus, un bosque precioso, y muchas veces no se tiene información de lo que está pasando. Queremos acercarnos a la realidad del bosque, proyectar un equipo multidisciplinario: un herpetólogo, un ornitólogo, un botánico, un arqueólogo, un geólogo, un veterinario”, agrega Arenas.

En materia de biodiversidad, hay ciertos puntos que se denominan hotspots (puntos calientes), y Vilches es una zona hotspot de biodiversidad, tanto para flora como para fauna: reptiles, anfibios, mamíferos, micromamíferos, aves (rapaces nocturnas y diurnas), en esto recae la importancia de su conservación.

“Hay cadenas tróficas enormes”, cuenta Arenas. “En la cordillera puedes encontrar puma, leopardo güiña, es probable que estén casi todas las especies de felinos. Y de las aves puedes ver búhos, cóndores, carpintero negro”. Y por su parte, Javiera Fuentes, comenta: “el zorro cumpeo es fácil de ver, cuando baja la visitación en marzo-abril el zorro viene con sus crías a estar con nosotros. El puma lo vimos en Lagunas del Alto hace unos días.” 

La principal función de la reserva es conservar, la de un Parque Nacional es preservar. Esto quiere decir que se llevan a cabo diferentes planes de manejo para la conservación de los recursos naturales. Por ejemplo, aquí se pueden cortar determinados metros de leña para las guarderías y funcionarios, algo que no podría hacerse en un parque.

El trabajo de educación ambiental de los guardaparques es todos los días, con los turistas y con la comunidad, desde que viven todo el año en Alto Vilches, insertos en el área. “Somos 3 guardaparques para 12 mil hectareas, dos de turno y uno libre, entonces la mesa está un poco coja.”, acota Fuentes. El año pasado 12000 personas visitaron la reserva, de los cuales 2000 fueron extranjeros que vinieron entre marzo y diciembre.
 


Antes de los turistas ingresar al área protegida, los guardaparques hacen un trabajo de inducción para concientizar que no se lleven nada de lo que encuentren en relación a los recursos naturales y que no dejen basura. A esto se suma las charlas que dan en los colegios y todo el trabajo con la comunidad para motivarlos a cuidar.

En la reserva no hay contenedores, “para que la gente aprenda que cuando vas a la montaña tienes que traer todo de vuelta’, acota Fuentes. Aún así, algunas personas de la comunidad local actúan como apoyo y todas las semanas van a recoger lo que algunos turistas descuidados dejan por el camino.

Arenas explica que este bosque tiene mucha presión antrópica, esto quiere decir que el hombre está acercándose cada vez más, lo que puede apreciarse yendo de Alto Vilches a San Clemente. El terreno y los recursos se están utilizando para la agricultura y el monocultivo de plantaciones como pino y eucalipto, lo que provoca una disminución del espacio para una cierta cantidad de especies y una degeneración de la tierra, lo que se aleja totalmente de lo que es la sustentabilidad.

Una de las premisas que tiene el BIOTA es promover el uso de sistemas sustentables, que permitan mantener nuestros recursos naturales. Si bien la zona protegida es la reserva, que pertenece al servicio nacional de áreas silvestres protegidas por el estado, existe una zona de amortiguación que es prácticamente todo Vilches Alto, donde no se puede realizar explotación de bosque, pero esto está difícil de fiscalizar.

El proyecto de levantamiento y conservación que está realizando Juan Carlos Arenas en conjunto con otros profesionales tiene como finalidad generar información y contenido audiovisual, en base a esto esperan poder hacer educación ambiental con la comunidad local, turistas y científicos a través de charlas y encuentros. Sus principales armas son contar con un equipo multidisciplinario y el apoyo de la tecnología.

“Los ecosistemas son muy dinámicos tenemos que hacer actualizaciones, la estación climática está removida, entonces no tenemos las mismas condiciones que teníamos diez, cinco o tres años atrás, y eso afecta totalmente el entorno y la dinámica del bosque. Por eso, es necesario tener una fotografía de este momento, y el próximo año vamos a hacer lo mismo.”

En lo concreto, quieren desarrollar un turismo científico, donde el guia sepa de biodiversidad, del entorno, de las especies de flora y fauna, que entienda lo que es un bosque, como una forma de concientizar y promover el cuidado del entorno natural.

En mi visita a Alto Vilches observé que, de cierta forma, los habitantes, organizaciones y turistas se están articulado para darle un sentido a la idea de cuidar, generando un puente entre lo científico y lo local, para concientizar qué es lo que están cuidando.


Si bien aún falta bastante por desarrollar, podría decir que Altos de Lircay está en un buen camino en temas de conservación, porque la mayoría que por allí pasa o vive se siente comprometido, y parte de este lugar.  













sábado, 28 de mayo de 2016

La gentrificación del Barrio Italia, más allá de una renovación espacial

Cuarenta años atrás el Barrio Italia tenía una apariencia totalmente distinta: residencial, con conventillos, almacenes, boticas y otros negocios de barrio. Calles de tierra, niños jugando a la pelota, a las bolitas y a la cuerda. Le decían el patio de atrás de providencia por ser de gente simple y trabajadora.


 



María nació en el año 52’ en la casa donde su papá, Luis Henríquez, abrió el almacén Caupolicán, que hoy ella continúa administrando, y donde también vive. En esa época vendían carbón y leña trozada. Después que llegaron los anticuarios a la calle Caupolicán, el almacén parece haber quedado en el pasado junto con ellos.

Es patente el contraste entre la Av. Italia, donde en cada esquina aparece una propuesta diferente de diseño e innovación, y Caupolicán, que simulando ser una estación de trenes, aprovecha la arquitectura de la fachada y da escenario para todas aquellas tiendas de antigüedades llenas de recuerdos de un pasado, donde todos se conocían y los comercios locales eran el motor de la vida del barrio.





De residencial ya no tiene mucho, para todos los lados hay tiendas, restaurantes, bares, cafés, galerías, emprendimientos de nuevos actores que llegaron junto con la ola de tendencias que trajo el Barrio Italia desde 2009.

Ernesto López-Morales, profesor e investigador de urbanismo de la Universidad de Chile, quien recientemente participó en la organización y como expositor de la Conferencia COES (Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social), con la ponencia Discutiendo la utilidad de la gentrificación “planetaria”, me recibió en su oficina en la FAU para conversar sobre este proceso de recambio y renovación llamado gentrificación.

En mi observación la renovación del barrio Italia ha conllevado un desplazamiento obligatorio de los antiguos habitantes, y con ellos aquella vieja tradición, que en una cierta y pequeña medida aún se puede apreciar en la calle Caupolicán.

A lo que López-Morales agrega “la gentrificación se define como la expulsión de segmentos pobres o usuarios de bajos ingresos debido a la llegada de usuarios de altos ingresos, a raíz de la inyección de financiamientos”.

En el caso del Barrio Italia, en los años 70’ el escenario comenzó a cambiar, cuenta María Herínquez. Llegaron las cadenas de farmacias y grandes tiendas que hicieron desaparecer paulatinamente el comercio local, provocando una migración de los antiguos residentes para la periferia de la ciudad. El almacén Caupolicán es el único almacén que va quedando por aquí, de esos que venden de pequeñas cantidades y que aún mantienen el libro de fiados.

Y la familia Henríquez es de las pocas familias que han podido convivir con las nuevas tendencias junto con las tiendas de los anticuarios, gracias a un gran esfuerzo para resistir, porque lo que ellos ofrecen se ha convertido en un objeto y en un nicho que ha quedado descontextualizado. Por un lado tienen un aumento en el nivel de costos y por otro lado una mantención en el nivel de la demanda.





Los caseríos patrimoniales, amplios y a precios bien económicos debido a este periodo de decadencia, poco a poco fueron siendo habitados por artistas que vieron en estas edificaciones ventajas comparativas, luego el factor moda se instaló y los amigos que no eran artistas invirtieron, dando inicio a esta ola de nuevas tendencias, proceso al cual se denomina gentrificación clásica.

De esta forma, el suelo comenzó a valorizarse por la llegada de un valor cultural y económico diferenciado, y así aparecieron otros nuevos actores, las inmobiliarias, que terminaron por aumentar el valor del suelo a niveles insustentables para los viejos habitantes, detentores de gran parte de la historia, los recuerdos, el patrimonio intangible del Barrio Italia.

María Henríquez es testigo de este recambio social, la mayoría de las antiguas familias se vieron obligadas a dejar sus propiedades o negocios porque de un mes a otro les subieron el arriendo o llegaba una inmobiliaria a hacerles una buena oferta, deshabitando los barrios céntricos para ir a habitar las zonas periféricas.

Pero para algunos, como los nuevos locatarios, esta renovación es positiva, porque ha atraído a un público con un mayor poder adquisitivo y han mantenido el valor patrimonial arquitectónico, aunque esto se vea reducido a las fachadas. “En Barrio Italia encuentras lugares cálidos y acogedores, muchos de ellos atendidos por sus propios dueños. También significa productos hechos a mano, donde cientos de pequeños emprendedores ponen su creatividad día a día para entregar un producto o servicio de calidad”, comenta Ivan Saint-Anne dueño del emporio Infierno Gourmet.

Estas y otras iniciativas también han potenciado el desarrollo turístico del barrio: las mesitas en la calle, la variedad gastronómica y hotelera, la diversidad de ofertas comerciales, en su mayoría con matices de innovación, lo que me recuerda al barrio Palermo en Buenos Aires, sólo que a una escala mucho menor.

Sin embargo, algo falta, y López-Morales lo relaciona al concepto que la americana Sharon Zukin, profesora de Sociología de la Universidad de Brooklyn llama de pérdida de autenticidad, ella habla de la gentrificación como “la mercantilización de la autenticidad. Lo auténtico que es la expresión cultural, la estructura social que habita un barrio, los colores, los olores, todas las actividades que puedan caracterizar al barrio, se compra, se readecua y se vuelve a ofrecer al mercado a precio diez veces mayor”, acota el profesor de urbanismo.

A lo que agrega: “Hacen falta políticas públicas para que determinados inmuebles sean declarados de interés social y se mantengan a los antiguos propietarios ahí”. El Estado de Chile se ha caracterizado hasta ahora por implementar políticas que benefician a los inversionistas, pero al contrario no se ha problematizado la desterritorialización de los antiguos habitantes. No hay aún ninguna regularización respecto a esto, y a su vez no hay evidencias de casos de convivencia de los dos grupos, el gentrificador y el gentrificado, porque el desplazamiento se plantea como una condición necesaria de la gentrificación, lo que inevitablemente lleva a pérdidas de valor humano y social.

Más allá de la revitalización visual y arquitectónica, queda planteada, entonces, la cuestión de cuál es el patrimonio a proteger, cuál es la importancia de lo auténtico frente a una imperativa renovación espacial.

Artículo Publicado em la revista Casa Etc del Mercúrio Valpo, enero 2016, pp 8-10: http://www.casaetc.cl/ediciones/2016-01/

 



lunes, 21 de marzo de 2016

Un relato del 2008, un viaje Desde Lima a Cartagena de Indias.




Parte I

En 2008, después de titularme de periodista, hice un viaje con una gran amiga hacia el norte de nuestra Sudamérica. El objetivo era tocar el Mar Caribe y para eso atravesar todo Perú, Ecuador y Colombia. Teníamos un pasaje en avión de ida y vuelta con tres meses de duración, llegando y partiendo desde Lima. Entonces, nuestro viaje comenzó en el norte de Perú. Fuimos con muy poca plata, digno de dos estudiantes recién egresadas. Con la intención de trabajar o producir artesanalmente algo para vender. Al final, hicimos las dos cosas. 


Nuestra primera parada fue en Huanchaco, una playa muy linda, de surf, y un poblado bien peruano, con sus casas a medio construir, mucho comercio en la calle, las mamitas vendiendo desde comida, medicamentos naturales, hasta electrónica. Es todo bien contrastante, y rico de sabores y olores como todo el Perú. Un cevichito es imperdible. Lo primero que llamó mi atención fue la culinaria, comer un  buen menu barato era normal, con sopa, ensalada, plato de fondo y postre, y con un aperitivo de pisco sour gratis. 










En Huanchaco conocimos a un chico local, Rumi, aún me recuerdo de su nombre. Fuimos a su casa con mi amiga, la Cata, y la pieza estaba empapelada de hojas de revistas de surf. Escuchaba música en inglés y vivía con los padres y hermanos. Rumi fue un excelente anfitrión, incluso nos invitó a quedarnos en su casa, donde dormimos una o dos noches, la familia fue muy acogedora. 

Pero antes de todo esto -ahora bien recuerdo viendo las fotos-, fuimos, desde Lima, a una ciudad en las montañas llamada Huaraz y desde aquí a un oásis en los Andes, la quebrada de Llanganuco, donde encontramos la laguna Chinancocha a 3850 m.s.n.m que forma parte del Parque Nacional Huascarán y la Reserva de la biósfera del Huascarán, localizados en la Provincia ancashina de Yungay en el Perú.

Fue una caminata muy linda hasta la laguna, la micro nos dejó a algunos kilómetros de distancia y pudimos ver escenas del buen vivir de los andinos, esa tranquilidad en medio de la cotidianidad y los quehaceres, los niños sorprendidos con nuestra presencia nos regalaban sonrisas por donde pasábamos.

En Huaraz había una especie de desfile-protesta, donde los trabajadores manifestaban su descontento y al mismo tiempo celebraban su identidad, todos vestidos con diferentes atuendos, representando figuras nacionales. La foto de los niños, uno de policía y otro de militar es parte de este desfile. Todos los hombres y mujeres que participaban estaban con sombreros y pancartas. Fue otra escena que marcó nuestra retina.
















lunes, 29 de febrero de 2016

El mundo subterráneo de Terra Ronca



 A pocos metros del Camping de Ramiro se encuentra la caverna Terra Ronca I, donde nos adentramos en la genial aventura de descubrir un mundo subterráneo hasta el momento desconocido para mí, gracias nuestro guía, Ramiro, quien además de un vasto conocimiento sobre espeleología, posee la intuición de quien descubrió en la oscuridad y el silencio de las cavernas un conocimiento ancestral, bondades que generosamente nos mostró, con la paciencia de quien sabe que los misterios se develan luego de mucho caminar. Así iniciamos nuestra travesía hacia el centro de la tierra.  
Texto y Fotos por Javiera Silva Ábalos 

Llegar a Terra Ronca no es nada fácil, no es un lugar muy conocido turísticamente y por eso mismo lo hace más atrayente para mí. Queda en el medio del país en pleno Cerrado brasilero, donde los cristales brillan para todos lados, y el agua nace a caudales. Escuché hablar de este lugar algunas veces en mis viajes por Brasil, me lo recomendó más de un viajero amante de las exploraciones. La experiencia de estar más cerca del centro de la tierra con certeza sería impresionante: escuchar y sentir a la tierra literalmente roncando. Porque en estas cavernas, donde el río entra cavando surcos en sus paredes, hay una gran variedad de cavidades y cámaras internas que provocan un efecto amplificador, entonces cualquier sonido, como el agua corriendo o una piedra cayendo, suena más fuerte y destorcido, por eso da la impresión de que la tierra ronca.  
El acceso más directo es desde Brasilia hasta Posse (317 km), luego 39 km hasta Guaraní de Goiás, y desde ahí más 36 km por una calle angosta de tierra que lleva hastala Lapa de Terra Ronca, donde aparece la monumental entrada para la caverna más conocida como Terra Ronca I, de 104 metros de ancho por 96 metros de altura, que da para ver desde el camino, motivo por el cual es probablemente la gruta más visitada. 


Desde aquí, unos 100 metros más adelante en dirección a São Domingos está el Camping de Ramiro, punto de informaciones y de encuentro, donde reside el principal guía del Parque Estadual de Terra Ronca (PETeR), Ramiro, quien ofrece hospedaje y deliciosa comida hecha en cocina a leña.  
El PETeR fue creado el 7 de julio de 1989 y tiene 57 mil hectáreas protegidas. Está localizado en los municipios de São Domingos y Guaraní de Goiás, región nordeste del estado de Goiás, ya casi en la divisa con Bahía, donde el límite físico-geográfico es la Serra Geral, un cordón de roca calcárea de 250 km de extensión y 50 km de ancho. Sería el resultado de la descomposición milenaria de mariscos y algas: excavaciones arqueológicas han determinado en sus estudios que aquí era la costa de un mar interno.  
Son 169 cavernas catalogadas en la Sociedad Brasileira de Espeleologia (SBE), mas, estimase que existen más de 300 en la región, incluyendo los municipios de PosseGuaraní y São Domingos.  
La formación de este complejo de cuevas se debería a la acción de los ríos que nacen en la Serra Geral y acaban formando las cavernas al encontrar el macizo de rocas calcáreas en el parque. La región posee una serie de grutas que tienen en común las galerías kilométricas y el gran volumen de los cursos de agua. El PETeR abriga el mayor atractivo espeleológico de América Latina, grutas y cavernas que están entre las cavidades subterráneas más ricamente ornamentadas del mundo. 
Ramiro y su familia amorosamente nos acogieron, nos brindaron gratas conversaciones en la simpleza de su casa de adobe, junto a un verde periquito que Ramiro rescató luego de encontrarlo herido y adoptó con todo amor como parte de la familia.  
Nuestra experiencia fue fantástica, todo comenzó la noche anterior cuando con un grupo de unas diez personas, entre viajeros y algunos moradores, decidimos dormir en la boca de la caverna Terra Ronca I, en una especie de isla con playa que el curso del río dejó.  


La oscuridad, el canto de los pájaros y murciélagos que encontraron aquí su guarida, el sonido del agua corriendo, y la leve mancha de luz que entraba por la enorme boca de esa noche sin luna, grabaron en mi inconsciente una experiencia inolvidable. Una sensación de libertad difícilmente descriptible, que sólo esta enorme casa natural me podría entregar. No era necesario carpa, fue sólo acomodarse en la blanda y cálida arena junto a nuestros sacos de dormir. 
Desperté con el grito de los papagayos y guacamayos rojos y azules (amenazados de peligro de extinción) un poco antes de que los primeros rayos de sol se asomaren por la gran boca de este macizo de calcáreo. No dio mucho tiempo para disfrutar de la exclusividad de la caverna, porque un grupo de cineastas apareció junto con la luz, tomando cuenta de nuestro provisorio campamento.  
Entonces salimos a buscar a Ramiro, porque quedamos de encontrarnos temprano para salir a explorar las cavidades subterráneas. Al contarle que haría una foto-reportaje sobre las cavernas, él nos propuso gentilmente guiarnos a mí y mi compañero en la experiencia de adentrarnos dentro de la tierra.  


Iríamos a explorar Terra Ronca I, atravesarla hasta donde el cielo aparece nuevamente a un 1 o 2 kilómetro de distancia, y luego continuar por la caverna Terra Ronca II. Se dice que por causa de movimientos tectónicos hace millones de años cayó una parte del techo de piedra, creando esta otra caverna bien menos visitada y con más de 7 kilómetros de extensión, la 16va más larga del país 
En el complejo Terra Ronca, Lapa da Angélica es la más larga, la 4ta del país, con 14 kilómetros de extensión, siendo la favorita de los espeleólogos.  
Llegó una familia local para explorar Terra Ronca I con nosotros y una pareja de brasileros que había llegado esa madrugada se unió para hacer la travesía completa, tanto él cuanto ella eran amantes de la escalada y de las exploraciones.  
Llegamos a la entrada de la caverna, pasamos por la isla que nos acogió la noche anterior, saludamos al grupo de cineastas, encendimos nuestras lámparas de carburo y comenzamos el viaje de atravesar la enorme gruta. Cruzamos el río varias veces, bajamos y subimos, y en todo el camino iban apareciendo verdaderas esculturas que el tiempo y el agua esculpieron 
Frágiles puntas y diversas formas colgaban desde el techo, conocidas como estalactitasmodeladas por el agua que filtrada por las rocas a través de los siglos fue depositando lentamente el mineral de calcita, el cual al acumularse formó verdaderas esculturas. Y pasando por ellas el agua escurre hasta el suelo, depositando el mismo mineral y formando puntas y figuras opuestas llamadas de estalagmitas, que con el trabajo y calma del tiempo llegaron a juntarse a sus pares creando grandes columnas, que a su vez formaron salones gigantescos caprichosamente decorados. Una historia de millones de años de erosión y evolución. 


Cuando nuevamente vimos la claridad la primera caverna había llegado a su fin, subimos a la superficie y el grupo se dividió. Sólo quedamos 5 para continuar, volvimos a bajar y ahora avistamos la segunda caverna, la Terra Ronca II, una gran boca de 120 metros de altura, en la cual nos adentramos, siguiendo nuevamente el curso del río. 




Caminamos un kilómetro y llegamos a una gran claraboya que le llaman Oco das Araras porque allí viven familias de guacamayos, y se pueden ver decenas de estalactitas iluminadas por la luz del sol.  
Desde ahí caminamos más un poco, tal vez otro kilómetro, hasta el Salón de los Enamorados, un lugar mágico, lleno de columnas y formaciones increíbles, como una estalactita en forma de flor detalladamente esculpida, frágil, pero a la vez, con un poder único de resistir a todas las variaciones del tiempo y el espacio físico. Le llaman helictita, y se distingue por crecer en diferentes direcciones, cambiando su eje en una o más etapas de su crecimiento. Tiene forma curva y en ciertas ocasiones consigue desafiar a la propia gravedad. Podría afirmar que es la más delicada de las formaciones subterráneas, y tal vez la más difícil de ver, porque entre mayor acceso, menor es la posibilidad de conseguir sobrevivir.   

Ramiro nos pidió para apagar nuestras lámparas y quedarnos en silencio. Luego, él desapareció. Y unos minutos después vimos una pequeña luz a algunos metros de distancia. Ramiro comenzó a hacer movimientos, como una danza pausada, con luces y sombras. Me llené de admiración. Por un momento me dio la impresión de que las sombras tomaban vida propia y nada en ese instante era más grande y perfecto que el poder que creó tamaña obra de arte. Tal vez el museo más impresionante que ya visité.